30 días sin comida dulce

Hace exactamente 25 días inicié un reto personal en donde me propuse no consumir ningún alimento dulce durante 30 días.

Debo explicar que dicho reto no obedeció a ninguna razón particular más allá  del simple hecho de proponerme algo y tratar de cumplirlo. Es decir, que el objetivo de mi reto no tiene como misión personal bajar de peso, reducir mis niveles de glucosa o dar los primeros pasos para volverme vegatariano, nada de eso. Lo hice tan solo por llevar a cabo una acción que me ayude a demostrarme a mi mismo que soy capaz de perseverar en algo, punto.

Ahora bien, elegí el reto de quitarme el sabor dulce de mis comidas diarias por que era una meta que cumplía dos carácteristicas particulares:

1) Me implicaba un esfuerzo considerable

2) Aun siendo considerable el esfuerzo que habría que hacer me sentí preparado para lograrlo.

Estas dos razones se pueden resumir en decir que el reto era desafiante pero posible. Esta última parte, la de posible, fue la que consideré más que la primera ya que cuando me propuse la idea del reto no estaba dispuesto a iniciar algo que yo mismo sabía que no podría cumplir (Como me ha sucedido en muchas ocasiones anteriores y solo dio como resultado un profundo grado de decepción conmigo mismo).

Al día de hoy ya llevo 23 días de reto cumpllidos con solo uno de falla (Llevaría 24 pero hace una semana me vi obligado a tomar un refresco ante la imposibilidad de encontrar otro tipo de bebida en medio de un vaje en carretera).

Ahora bien, de este reto he aprendido lo siguiente:

1) Confirmo que el inicio de todo emprendimiento es lo más dificil. Sin embargo, consciente de que esto así sería, me ayudó que los primeros tres días de reto me dia la tarea de medir no los días, sino las horas que llevaba sin comida dulce cada jornada, de tal forma que yo pudiera sentir que avanzaba todo el tiempo. El inicio de un reto es tan complicado que es el periodo cuando más se necesita evidencia inmediata de que se están teniendo éxitos y resultados. Por eso, al inicio mi objetivo era acumular una hora más de reto y mi meta se centraba en el corto plazo, la siguiente hora, y no en la gran meta de los 30 días. Una hora a la vez.

2) Una vez librada la turbulencia de los primeros días, el sistema se empieza estabilizar. En el cuarto día de reto, pude dejar de cuantificar horas y comencé a medir únicamente días enteros. Mi registro de avance  ya no lo hacía durante varios momentos del día, sino solo en la noche, cuando terminaba la jornada. En ese momento mi capacidad de recharzar comidas dulces se empezaba a volver menos complicada.

3) Habiendo estabilizado el sistema, pude comenzar a desconectarme mentalmnte del mismo. Hoy, habiendo transucrrido 23 días de reto ya no estoy pensando en el cuplimiento del mismo todo el tiempo (como si me sucedía los primeros días). Los hábitos que incorporé como parte de este ejercicio (por ejemplo, tomar café sin azucar y sin crema) ya son parte de mi día a día y suceden en automático. Incluso he pasado hasta dos días sin llevar registro de mis avance y esto no ha afectado mi nivel de cumplimiento, lo que quiere decir que ya no dependo de mi energía mental para que lo que quiero se lleve a cabo.

Aún faltan 7 días para concluir mi reto, sin embargo puedo garantizar que es un hecho que habré de cumplir la meta sin probemas (como no necesariamente auguraba los primeros días).

Es más, en estos momentos tengo una tasa de café sin azucar y sin crema justo al costado de mi computadora y, me alegra decirlo, ya no puedo dejar de tomarlo así, disfrutando la esencia real del sabor de café.

Factor Humano

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MBA por el IPADE Business School fundador de Damian Business Coaching

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