Voluntad de acero…

Mi hijo de seis años lleva varios días fascinado con una película llamada «Gigantes de acero» en la que los personajes principales son un niño y su papá quienes compiten por medio de un robot boxeador en diferentes eventos. Como podría esperarse la película tiene como misión principal enseñarnos la voluntad de los personajes por conseguir su sueño (muy estilo Hollywoodense).

Pues bien, mi hijo ha visto la película cerca de 15 veces en menos de una semana (no, no soy el único padre del mundo que deja que sus hijos vean películas tanto tiempo) y el día de ayer mientras le llevaba en coche a su escuela me preguntó lo siguiente:

«Papá ¿qué significa voluntad de acero?»

«¿Voluntad de acero? Me imagino que esa frase la escuchaste en tu película favorita ¿cierto?» contesté yo.

«Si, ahí dijeron que el robot boxeador había sido fabricado con una voluntad de acero» volvió a comentar.

Guardé silencio por unos cuantos segundos al tiempo que trataba de encontrar la mejor forma de aprovechar esta situación peculiar para que mi hijo reflexionara sobre algo importante.

«¿Te acuerdas como aprendiste a chiflar?»  pregunté

Los ojos de mi hijo se iluminaron pues dicho evento ha resultado el tema de conversación más abundante entre él y yo en el último mes.

Y es que todos los días, desde hace un mes y sin excepción, mientras mi hijo se arregla para ir al colegio, lo hace levantando sus labios en forma de beso y soplando a través de ellos una y otra vez intentando lograr que esto produzca algún sonido. Durante muchos días lo único que salió de su boca fueron ráfagas de aire y nada de sonido. Más esto nunca hizo que mi hijo se desanimara y siguió intentando silbar todo el día.

Pasaron cerca de tres semanas de esta actividad repetitiva, hasta que hace un par de días de pronto su mamá y yo le escuchamos correr hacia nosotros lleno de alegría para mostrarnos lo que de pronto había sucedido. Un pequeño silbido  había salido de su boca al fin. Era apenas perceptible, más ya se había escuchado algo. Después de mucho tiempo de práctica, mi hijo logró silbar.

Hoy, una semana después de aquel pequeño triunfo, en mi casa todo el tiempo se escuchan silbidos fuertes y constantes por todos los rincones en donde pasa él.

«Si, papá, si recuerdo como aprendí a chiflar» me mencionó tras recordar su gran logro.

«Pues bien ¿recuerdas que al inicio, cuando todavía no podías, yo te dije que lo importante era que jamás dejaras de practicar y que tarde o temprano aprenderías?» Contesté

«Si recuerdo que me lo dijiste»

«Pues bien, eso se llama tener voluntad de acero. Intentar, intentar y volver intentar hasta que consigues lo que quieres» finalicé

Mi hijo tornó su rostro de tal forma que me dio a entender que había captado la idea.

Después de todo la voluntad de acero no tenía que ver con robots y máquinas, sino con la fuerza interior para poder perseverar en la lucha de conseguir lo que queremos.

 

Factor Familia Factor Humano

jldamian View All →

MBA por el IPADE Business School fundador de Damian Business Coaching

Deja un comentario