Mi vocación de entrenador de talento

Recuerdo que cuando vi por primera vez la película de Star Wars (La guerra de las
galaxias), quedé enamorado de un personaje peculiar que, sin ser el protagonista
del drama, me pareció que fungió un papel fundamental para que Luke Skywalker,
quien si es el protagonista, pudiera llevarse todos los créditos por lograr salvar la
galaxia de la tiranía del Imperio comandado por Darth Vader. Este personaje es el
maestro Yoda, un pequeño ser de color verde, piel rugosa y de habla trabada quien,
desde su retirado y olvidado hogar decide entrenar el talento de Luke para
convertirlo en un maestro Jedi.

Mientras mis amigos se peleaban por jugar a ser Luke Skywalker o incluso Darth
Vader, yo no dudaba en decir «Quiero ser Yoda», papel que siempre solía estar
disponible sin contratiempos.

En esta misma sintonía, también de niño soñaba con imitar a otro personaje de
película que, de la misma manera que lo hizo Yoda con Luke en la Guerra de las
Galaxias, también entrenó el talento del personaje principal de la película para
llevarlo a conseguir ser respetado y triunfador. ¿Se acuerdan de Karate Kid? ¡Claro,
yo quiero ser Miyagi! Daniel Larusso jamás hubiera defendido su honor como un
gran karateka de no ser por que Mr. Miyagi le entrenó (Wax on, Wax off) en la
disciplina marcial de sus antepasados en Japón.

Yoda y Miyagi… ¡Cuanto les debe el mundo a ustedes dos!

Como podrán darse cuenta, mi objeto de fascinación nunca fue el protagonista en sí,
sino más bien su entrenador.

Así, fácilmente pude descubrir desde joven que yo habría de ser un entrenador de
líderes. Mi papel en la historia no necesariamente sería el de conseguir triunfos y
victorias profesionales, sino más bien provocar que otros las consiguieran gracias a
mi fe en su talento.

Hoy entiendo que mentores y formadores como Yoda, Mr. Miyagi y otros personajes
similares de ficción (Albus Dumbledore con Harry Potter, Gandalf con Frodo en el
Señor de los Anillos, Méntor con Telémaco en la Odisea ) así como otros de la vida
real (Aristóteles con Alejandro Magno, Steve Jobs con Mark Zuckerberg, Max
Talmey con Albert Einstein) fueron un modo de discernir mi vocación de vida.
Mi gran pasión es la formación de personas y mi profesión, tal cual como la podrías
leer si te entregara mi tarjeta de presentación es «Entrenador de talento».

Factor Humano Factor Liderazgo

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MBA por el IPADE Business School fundador de Damian Business Coaching

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